El texto trata, desde la perspectiva de José Antonio Marina, la decadencia de la sociedad contemporánea. Para Marina los ciudadanos no son capaces de juzgar con claridad las acciones delictivas llevadas a cabo por políticos y empresarios, esto provoca lo que denomina un <<encallanamiento de la sociedad>>.
Comparándola con el sistema inmunológico humano Marina afirma que los agentes dañinos no son expulsados ante la ceguera de la sociedad, incapaz de distinguirlos. Estos agentes dañinos están presentes especialmente, para el filósofo, en los partidos políticos. La democracia actual favorece la aparición de casos delictivos en el mundo político (tomemos el ejemplo de España, con las tramas de corrupción que han sido destapadas en los últimos años: el caso Pokemon o la operación Campeón) apoyada por la pasividad de la ciudadanía, que no demanda un sistema capaz de representar a las distintas ideologías ni de solucionar los problemas económicos y sociales que se nos presentan en la actualidad.
Es la mezcla de pasividad ciudadana,la incapacidad de análisis así como el aprovechamiento de ello por la clase dirigente lo que provoca, para Marina, la <<intoxicación de la sociedad>>.
José Antonio Marina critica además la noción actual de tolerancia; para el filósofo la tolerancia funciona dentro de la democracia como la metadona en un heroinómano: parece una solución al problema, sin embargo a la larga podemos caer en una dependencia cada vez mayor. Esta sería, a rasgos generales, la opinión expresada por el filósofo español en su artículo. El objetivo del trabajo es documentarnos partiendo de los puntos que en él consideremos más importantes, para podérselos presentar a otro lector a continuación.
-Para empezar, si la intención es analizar el texto y ampliarlo, ayudando al lector a encontrar información que facilite la comprensión de la lectura tendremos que centrarnos en el autor:
José Antonio Marina es un filósofo español y colaborador ocasional en prensa, radio y televisión (El Semanal, el suplemento cultural Crónicas de ABC etc.). Ha publicado numerosas obras cuyos contenidos se centran en el estudio de le inteligencia divergente, la ética, la educación y la religión (el autor del artículo es cristiano practicante y ha escrito numerosos ensayos acerca del cristianismo y la Iglesia católica).
-<<El misterio de la voluntad perdida>>, ,la pasividad:
Conectado al problema sociológico que plantea en el texto he investigado un poco acerca de uno de sus últimos libros: <<El misterio de la voluntad perdida>>. En este ensayo José Antonio Marina analiza la crisis de este valor en la sociedad contemporánea, en el siguiente artículo de J. Tutusaus intenta responder a la pregunta por qué hemos dejado de dar importancia a la voluntad partiendo del ensayo de Marina.
Para el autor, el determinismo científico ha minado la voluntad de las personas. Traduciendo esa voluntad como el impulso que nos ayuda a conseguir los fines que deseamos. Según el determinismo, actuamos de una manera concreta en cada situación, que será siempre la misma.
Así se explica J.Tutusaus la pasividad dentro de la sociedad: <<nadie es responsable porque nadie es libre de hacer otra cosa que aquello que se hace>>. Exactamente la crítica de José Antonio Marina lanza a la ciudadanía actual, denuncia su pasividad escudada en la afirmación: <<Una serie de creencias patógenas disminuye también la capacidad de respuesta. La convicción de que todo desafuero queda impune es una de ellas, reforzada, por supuesto, por la evolución de la crisis económica. Otra, la creencia en la inevitabilidad del fenómeno. En esta convicción coinciden gentes muy distintas. Unos piensan que así es la naturaleza humana, otros que todo es consecuencia del sistema. >> Para José Antonio Marina el escaso uso del pensamiento crítico en la sociedad es uno de los motivos de esta pasividad.
-El pensamiento crítico:
En su texto el autor critica la falta de pensamiento crítico dentro de la sociedad. El siguiente enlace es un pequeño resumen de lo cómo funciona el pensamiento crítico:
http://www.criticalthinking.org/resources/PDF/SP-ConceptsandTools.pdf
El pensamiento crítico es el nombre dado a un proceso que, analizando las distintas fases del proceso de cognición humano que aparecen en el cuadro siguiente, trata de llegar a la posición más razonable y justificada sobre un tema. El pensamiento crítico se basa en valores intelectuales que trata de ir más allá de las impresiones y opiniones particulares, por lo que requiere claridad, exactitud, precisión, evidencia y equidad. Tiene una vertiente analítica y otra evaluativa. Intenta distinguir lo razonable, de lo irrazonable, lo verdadero de lo falso. El pensamiento crítico se encuentra estrechamente ligado al escepticismo científico, que rechaza cualquier afirmación que carezca de prueba empírica verificable y contrastable.
En caso de que todos empleásemos el método propuesto por el pensamiento crítico, argumenta el autor del texto, todos seríamos capaces de detectar los engaños de la clase dirigente : distinguir a los <<canallas>> de la sociedad.
Pero a la hora de hablar de problemas sociológicos el escepticismo científico y el pensamiento crítico se encuentran con una serie de barreras:
El pensamiento crítico es el nombre dado a un proceso que, analizando las distintas fases del proceso de cognición humano que aparecen en el cuadro siguiente, trata de llegar a la posición más razonable y justificada sobre un tema. El pensamiento crítico se basa en valores intelectuales que trata de ir más allá de las impresiones y opiniones particulares, por lo que requiere claridad, exactitud, precisión, evidencia y equidad. Tiene una vertiente analítica y otra evaluativa. Intenta distinguir lo razonable, de lo irrazonable, lo verdadero de lo falso. El pensamiento crítico se encuentra estrechamente ligado al escepticismo científico, que rechaza cualquier afirmación que carezca de prueba empírica verificable y contrastable.
En caso de que todos empleásemos el método propuesto por el pensamiento crítico, argumenta el autor del texto, todos seríamos capaces de detectar los engaños de la clase dirigente : distinguir a los <<canallas>> de la sociedad.
Pero a la hora de hablar de problemas sociológicos el escepticismo científico y el pensamiento crítico se encuentran con una serie de barreras:
- Hay teorías que debaten la existencia de un pensamiento colectivo. Es decir, no podemos analizar el pensamiento de una sociedad. No existe. Existe el pensamiento de cada uno de los individuos que forman, en su conjunto, esa sociedad. Pero los pensamientos individuales no son números. No podemos sumarlos y obtener un pensamiento colectivo.
-El ser humano tiende a seguir unas pautas de comportamiento. Pero es una tendencia. No hay dos seres humanos iguales. No podemos analizar a las personas como un conjunto. Non son números a los que aplicar una fórmula.
-Existe una defensa de la racionalidad del ser humano, pero otra de su irracionalidad. Es decir, el ser humano no toma sus decisiones siempre en base a una razón. El comportamiento de las personas no puede explicarse mediante la lógica.
Por estos motivos, la denuncia que hace José Antonio Marina de la sociedad me parece sumamente criticable. Si bien es cierto que, si tomamos el caso de la sociedad española y le aplicamos las palabras de Marina podemos observar que hasta cierto punto el filósofo acierta: la criminalidad en altos cargos es creciente y las protestas de la ciudadanía no tienen ningún efecto. Eso sí, existen. Las movilizaciones en contra de políticos y banqueros, a los que se acusa de ser no causante, sino un agravante, de la actual crisis económica están ahí.
El filósofo añade además el aplauso del bien y el castigo del mal. ¿A qué bien se refiere? ¿A qué mal? Se limita a exponer términos generales, totalmente abstractos. ¿Quién debe premiar las buenas acciones? ¿Y castigar las malas? Si a alguien le ha jugado una mala pasada el lenguaje, debe de ser al propio Marina.
<<Todos tenemos la obligación de juzgar sobre cosas que afectan al bien común, y para ello debemos ponernos en condiciones de juzgar justamente: informarnos, buscar la objetividad, no dejarnos llevar por preferencias emocionales ni por intereses personales o sectarios.>> Pero Marina no explica aquí qué es el bien común, ¿existe realmente un bien común? ¿Los seres humanos podemos alzarnos en calidad de jueces, examinando a nuestros semejantes y determinando si merecen un castigo o un premio por sus actos?
Todos podemos juzgar, formar una opinión, pero no puede llegar a ser objetiva. Precisamente esas preferencias emocionales e intereses personales de los que José Antonio Marina quiere que nos deshagamos forman parte de nosotros. No podemos juzgar objetivamente los actos de los demás.
En España, como en muchos otros países la ley es juez. En el contexto de la ley vigente hay una serie de acciones que, en caso de cometerse, conllevan una sanción, un castigo (mayor o menor). Desde que nacemos, e incluso antes, estamos limitados por esas leyes. Que el sistema sea eficaz o no es discutible.
Esto nos lleva al siguiente punto: la crítica que hace José Antonio Marina a la tolerancia enmarcada en un sistema democrático como es el español.
-El ser humano tiende a seguir unas pautas de comportamiento. Pero es una tendencia. No hay dos seres humanos iguales. No podemos analizar a las personas como un conjunto. Non son números a los que aplicar una fórmula.
-Existe una defensa de la racionalidad del ser humano, pero otra de su irracionalidad. Es decir, el ser humano no toma sus decisiones siempre en base a una razón. El comportamiento de las personas no puede explicarse mediante la lógica.
Por estos motivos, la denuncia que hace José Antonio Marina de la sociedad me parece sumamente criticable. Si bien es cierto que, si tomamos el caso de la sociedad española y le aplicamos las palabras de Marina podemos observar que hasta cierto punto el filósofo acierta: la criminalidad en altos cargos es creciente y las protestas de la ciudadanía no tienen ningún efecto. Eso sí, existen. Las movilizaciones en contra de políticos y banqueros, a los que se acusa de ser no causante, sino un agravante, de la actual crisis económica están ahí.
El filósofo añade además el aplauso del bien y el castigo del mal. ¿A qué bien se refiere? ¿A qué mal? Se limita a exponer términos generales, totalmente abstractos. ¿Quién debe premiar las buenas acciones? ¿Y castigar las malas? Si a alguien le ha jugado una mala pasada el lenguaje, debe de ser al propio Marina.
<<Todos tenemos la obligación de juzgar sobre cosas que afectan al bien común, y para ello debemos ponernos en condiciones de juzgar justamente: informarnos, buscar la objetividad, no dejarnos llevar por preferencias emocionales ni por intereses personales o sectarios.>> Pero Marina no explica aquí qué es el bien común, ¿existe realmente un bien común? ¿Los seres humanos podemos alzarnos en calidad de jueces, examinando a nuestros semejantes y determinando si merecen un castigo o un premio por sus actos?
Todos podemos juzgar, formar una opinión, pero no puede llegar a ser objetiva. Precisamente esas preferencias emocionales e intereses personales de los que José Antonio Marina quiere que nos deshagamos forman parte de nosotros. No podemos juzgar objetivamente los actos de los demás.
En España, como en muchos otros países la ley es juez. En el contexto de la ley vigente hay una serie de acciones que, en caso de cometerse, conllevan una sanción, un castigo (mayor o menor). Desde que nacemos, e incluso antes, estamos limitados por esas leyes. Que el sistema sea eficaz o no es discutible.
Esto nos lleva al siguiente punto: la crítica que hace José Antonio Marina a la tolerancia enmarcada en un sistema democrático como es el español.
-La democracia y la tolerancia:
Descrito con la máxima sencillez posible el sistema democrático es una forma de organización social que atribuye la totalidad del poder al conjunto de la sociedad, una forma de organización del Estado en la cual decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta. Pero esto es teoría. Uno de los principios presentes en el sistema democrático es la tolerancia. Esto se manifiesta a través de la libertad de expresión. José Antonio Marina da la definición de tolerancia clínica: <<Cuando un paciente aumenta su tolerancia a una droga, necesita cada vez dosis más altas para alcanzar el mismo efecto. Así sucede con los comportamiento deshonestos. Para percibirlos, necesitamos que sean cada vez más grandes, más escandalosos. De lo contrario, ni los vemos. >>
Pero esa no es la definición de tolerancia que se emplea dentro del sistema democrático, tolerancia social (que es el que se enmarca en el sistema) y tolerancia clínica son dos términos completamente diferentes, empleados para casos muy distintos: uno dentro de las ciencias sociales, otro en cuadros médicos. Estas son algunas de las definiciones de tolerancia social que podemos encontrar:
Tolerancia: (en este caso las definiciones se corresponden concretamente a la tolerancia social)
-La tolerancia social es el respeto hacia ideas, creencias o prácticas cuando son diferentes o contrarias a las propias, respetando consiguientemente, las normas de los demás y poder lograr la perfección de las cosas.
-La tolerancia social en las sociedades modernas se defiende penalmente y busca el respeto de los derechos y los intereses de todas las personas con independencia de sus circunstancias individuales, para la coexistencia pacífica.
A nivel individual es la capacidad de aceptación de una situación, o de otra persona o grupo considerado diferente, pero no todos los individuos están capacitados para ser tolerantes. Es la actitud que una persona tiene respecto a aquello que es diferente de sus valores. Es también la aceptación de una situación injusta en contra de los intereses propios o en contra de los intereses de terceras personas. Es también la capacidad de escuchar y aceptar a los demás.
Según una corriente “clásica”, la ética tiene como objeto los actos que el ser humano realiza de modo consciente y libre (es decir, aquellos actos sobre los que ejerce de algún modo un control racional). No se limita sólo a ver cómo se realizan esos actos, sino que busca emitir un juicio sobre estos, que permite determinar si un acto ha sido éticamente bueno o éticamente malo.
Ello implica establecer una distinción entre lo que sea bueno y lo que sea malo desde el punto de vista ético, y si el bien y el mal éticos coinciden o no con lo que serían el bien y el mal en sí.
<<Queda un último punto: la necesidad de defender un marco ético. Lo mejor que se nos ha ocurrido para asegurar el progreso y la convivencia justa es un sistema con cuatro instituciones: democracia, tecnología, racionalidad científica y mercado libre. Pero tenemos que recordar que todas ellas son instituciones suicidas (o incluso asesinas) si no están sometidas a un marco ético. Dejadas a su propia dinámica pueden resultar destructivas para el ser humano. La ciencia no tiene nada que decir sobre ética; la tecnología carece de la noción del bien y del mal; el mercado dejado a su propia dinámica conduce al monopolio y al abuso; y la democracia no puede ser eficaz si no se somete a valores éticos fundamentales como, por otra parte, dice la Constitución española. >>
Partiendo del establecimiento de un marco ético donde enmarcar democracia, tecnología, racionalidad científica y mercado libre asalta la duda de qué es para el autor el bien y el mal en sí. Los cuatro pilares del progreso, como los denomina José Antonio Marina, han sido creados por el ser humano. No existían previamente a él. Y toda acción humana es llevada a cabo en un marco ético. Las acciones de los demás pueden estar bien o no desde el punto de vista moral. El problema es determinar la existencia de una moral que trasciende al ser humano (es decir, una moral universal) o si la moral es individual, en cuyo caso un marco ético que englobe a todas las acciones humanas no podría existir.
Desde mi punto de vista los problemas de la sociedad que plantea Marina existen, están ahí, sin embargo las soluciones que plantea me parecen superficiales, totalmente abstractas. La necesidad de un cambio parece evidente, pero ¿cómo lo llevamos a cabo?